Seguramente has oído hablar del síndrome de la impostora alguna vez, y aunque se identificó allá por 1978, debo reconocer que al menos yo lo he descubierto hace relativamente poco. (Igual es por los años que tengo 😉)

El papel de la mujer ha cambiado, y eso es algo indiscutible. El siglo XXI es el siglo de las mujeres, cada día tomamos más protagonismo. Vivimos en tiempos de cambio, la sociedad ya no es lo que era. Y aunque hay estudios que indican que el 68% de las mujeres quieren desarrollarse tanto a nivel profesional como personal-familiar, los puestos de liderazgo se nos resisten.

El ser madres, la renuncia, la falta de experiencia (que no la de capacidades y habilidades), son algunas de las causas que nos llevan a sufrir este síndrome.

El síndrome de la impostora (en el hombre existe, pero en menor grado) es una condición psicológica en la que las mujeres tienen una sensación de ser un fraude, de no merecer el éxito que han logrado, a pesar de su evidente competencia y logros.

Las mujeres que lo sufren se sienten como si en cualquier momento alguien fuera a descubrir que son incompetentes y que han llegado a donde están por error o suerte. De hecho, muchas veces escuchamos de una mujer, ante una felicitación, frases del tipo “he tenido mucha suerte”, “la verdad que yo no lo sabía, me descubrieron”, “no es para tanto, esto cualquiera lo puede hacer” … y así muchas más.

Esta condición fue identificada por primera vez en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, quienes describieron este fenómeno como «sentimientos de fraude en personas que tienen éxito». Originalmente se pensaba que afectaba principalmente a mujeres exitosas, pero hoy en día se sabe que afecta a mujeres de cualquier género y en cualquier profesión.

Por si no lo sabéis, mujeres como Michelle Obama, Shakira, Natalie Portman, entre otras, han sufrido el síndrome de la impostora. Este síndrome puede llegar a ser muy limitante y causar un gran estrés emocional en las mujeres que lo sufren.

Incluso, aunque estas mujeres hayan tenido éxito y hayan alcanzado sus metas, muchas veces ocurre que no logran disfrutar de sus logros y su éxito, ya que siempre están preocupadas por ser descubiertas como un fraude.

Aunque no está catalogada como una enfermedad de salud mental, cuando el sentimiento es demasiado destructivo, es muy importante buscar y pedir ayuda psicológica.

Este síndrome también puede afectar al rendimiento en el trabajo, ya que pueden sentirse intimidadas por colegas y por ende, no expresar sus ideas y opiniones de manera efectiva.

La causa exacta del síndrome del impostor no está clara, pero se cree que puede ser el resultado de una combinación de factores. Los expertos sugieren que este síndrome puede estar relacionado con la baja autoestima, un exceso de autoexigencia y perfeccionismo y la ansiedad. No queremos ser visibles y buscamos encajar, con lo cual, mejor pasar desapercibidas. Este síndrome nace como un mecanismo de defensa para evitar que nos juzguen.

También puede estar relacionado con experiencias pasadas de fracaso, crítica o rechazo, lo que puede llevar a las mujeres a cuestionar su propio valor.

Las emociones que nos rondan cuando sentimos este síndrome son: culpa, vergüenza, tristeza, falta de valía. Y ya sabemos lo que pasa con las emociones, son información que nos llevarán o no a la acción, a la toma de decisiones, que en este caso no serán del todo acertadas.

¿Qué pasará entonces si no atiendo a estas emociones?

En el ámbito laboral, puede ocurrir que me acostumbre a postergar las cosas, es decir, que tienda al autosabotaje. Como no me siento capacitada ni veo mis cualidades, no conseguiré el “éxito”, haré lo posible por fracasar.

Surge la autocrítica constante, dudo de mí misma, tengo miedo al fracaso, me sobre-cargo de trabajo y tareas para acabar procrastinando, así nadie se dará cuenta de lo “mala que soy”

En el amor, no me creo lo que me pasa, ni que me quieran, si no valgo, ¿Cómo me van a querer?, esto se acabará seguro, pensamientos negativos que no ayudan, al contrario, seguramente con esto solo lograré acelerar el fin de la relación.

“Para que los demás vean tu talento, primero lo tienes que ver tú”

Neus Arqués, autora de Impostoras y Estupendas.  (Alienta).

Afortunadamente, existen varias cosas que podemos hacer y nos ayudarán a superar el síndrome de la impostora:

1-  La perfección no existe, olvídate de ser perfecta

Aunque parezca elemental, tenemos que aceptar que no podemos ser perfectas, ya que es imposible, es mucho mejor buscar la excelencia, es decir, con mis recursos doy lo mejor de mí, que hoy estoy al 100% lo mejor de mi con ese 100%, que estoy al 50%, lo mejor de mí con ese 50%. Y habrá días que seguramente no esté ni al 10%, y ese 10% será lo mejor de mi.

2-  Identificar y reconocer los pensamientos negativos

Todas tenemos una voz interna, pepito grillo, la voz de la consciencia, como quieras llamarla, y muchas veces es muy crítica. Esta voz surge de mi YO IDEAL y mi YO REAL. Normalmente mis pensamientos negativos con respecto a mí misma están relacionados con ese yo ideal, revisa tus normas, revisa tus valores, puedes cambiar ese YO IDEAL a la mujer que eres hoy.

(Nota: ese YO IDEAL se ha forjado con los años y está muy influenciado por nuestra educación, nuestros padres, etc.)

3-  Aprender a aceptar los elogios por lo que haces bien

Aquí es muy importante que yo me elogié a mí misma. Una sana autoestima tiene que ver con ese aprecio por quién soy y lo que hago, esto es mi autor reforzamiento. También aceptar la crítica/feedback/retroalimentación de manera constructiva es una habilidad importante para superar el síndrome de la impostora, aprender a verla como una oportunidad para crecer y mejorar.

4-  Dejar de compararme con los demás

Cuando tenemos el síndrome de la impostora, a menudo nos estamos comparando con otras personas y sentimos que no somos tan competentes o exitosas. Aquí es muy importante centrarme en mis propios logros y avances y quizás es un buen momento para revisar mis expectativas. Aquí es donde aparece esa autoexigencia.

5-  Reconocer el propio éxito

La autoestima nos habla de la autoeficacia, creo en mí, en mis capacidades y habilidades. Es importante reconocer mi propio éxito/logros y sentirme orgullosa. Viene genial, sobre todo en momentos en que siento que me falla la confianza en mí, tener un cuaderno/lista de lo que he conseguido en mi vida, leerla en esos momentos me ayudará a conectar con esa autoeficacia, ver mis competencias y habilidades.

Y, por último, el ser humano es sociable por naturaleza, y las mujeres, en su gran mayoría, lo somos. Rodearnos de esas mujeres especiales, mujeres cariñosas, generosas que nos ayudan en esos momentos de horas bajas es de vital importancia, mujeres que nos inspiran y nos potencian sin juicio. Nuestras amigas, madres, compañeras de trabajo, tías, primas…

Necesitamos conectar con nuestra esencia y nuestro ser especial y también conectar con el de otras mujeres. Juntas somos más fuertes.

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