La adolescencia es una época que todos y todas hemos vivido, pero parece que a medida que crecemos se nos olvida cómo es, y como padres estamos deseando que pase ya o que no nos toque muy fuerte, y para los que tenemos más de un hijo, como es mi caso, todavía es más preocupante.
Con respecto a la adolescencia hay mucha negatividad y a la mayoría ya nos han prevenido demasiado sobre todo lo malo que nos puede pasar sin dejarnos pensar ni un momento en lo positivo de esta etapa.
Hay expertos que aseguran que la adolescencia es la segunda etapa donde nuestro cerebro vuelve a ser como una esponja. Por lo que, como padres, nos conviene estar atentos para que, más que sobrevivir a ella, podamos aprovechar la oportunidad de crear esa interdependencia con nuestros hijos para afianzar la relación y así estrechar lazos.
Está claro que a todos y todas nos gustaría que nuestros hijos fueran inteligentes, responsables, buenos estudiantes, que no se metieran en líos, que estuvieran en buenas condiciones para ser felices y buenas personas, pero esto no se consigue de la noche a la mañana, es un proceso por el cual hay que pasar.
Nos ayuda mucho ser conscientes de que es una etapa de remodelación cerebral muy necesaria, y por supuesto, es complicada. Pasar esta etapa con nuestro apoyo los llevará a ir formando esa personalidad que les facilite el acceso a una vida feliz y digna.
A continuación, os detallo, aspecto a tener muy en cuenta según el médico psiquiatra Florencio García-Escribano Martín:
1. Estamos programados genéticamente para abandonar el nido. Es parte de nuestra evolución y supervivencia, es por eso que casi ya no quieren pasan tiempo con nosotros, eso es lo natural y como padres toca aceptarlo.
2. Formar un grupo de semejantes, para enfrentarse a lo desconocido, apoyarse, y entenderse: los amigos. Es el momento de buscar a sus iguales, para todo el referente serán sus amigos pero deben saber que nosotros estamos allí para lo que necesiten en cualquier momento.
3. Es necesario cierto enfrentamiento con los padres, aquí es muy importante revisar nuestro tipo de estilo educativo:
- Autoritario
- Permisivo
- Negligente
- Sobreprotector
- Democrático
El más favorecedor es el estilo democrático, en el cual felicitamos a los hijos siempre que hagan las cosas bien y les ayudamos a corregir los errores (todos nos equivocamos y de los errores se aprende). No hacer comparaciones entre los hermanos ni con otros niños. Y les enseñamos a ser responsables de sus acciones y a pedir disculpas.
4. Las conductas gregarias son de máxima importancia, es muy importante en este nivel educar para que aprendan a decir “NO”. Una autoestima sana se construye desde el hogar y es muy importante a la hora de poner límites a los demás.
5. La imagen corporal cobra una gran importancia para su autoestima, no obsesionarse con el físico, hacer cumplidos sobre el aspecto, aunque no críticas, ayudarles con los problemas que puedan surgir como el acné, por ejemplo.
6. Dopamina (hormona de la gratificación): bajos niveles y exceso de liberación, este periodo se caracteriza por:
- Una constante búsqueda de novedades
- Mucha impulsividad
- Aquí pueden aparecer las adicciones
- Las decisiones se priorizan pensando en la satisfacción inmediata más que en el largo plazo, enseñarles a posponer la gratificación inmediata
Aquí viene muy bien favorecer las conversaciones reflexivas y la meditación.
7. Predominio de las áreas subcorticales e hiperactivación de la amígdala: intensa reactividad emocional, es todo muy intenso, pasan de la euforia/alegría a la apatía/desgana/tristeza.
8. Poda neuronal cerebro más eficiente. Este proceso que empieza en la infancia se vuelve más patente en la adolescencia, es la limpieza que hace el cerebro de todas las conexiones sinápticas que no se utilizan. Es como tirar la basura cada día.
Como veis, nuestros adolescentes están viviendo un proceso complejo que requiere nuestra empatía y compañía. Son muchos cambios en donde un ambiente de confianza es muy beneficioso para fomentar el dialogo, para implantar nuevas normas y límites.
Es clave, no confundir la ayuda con hacerles las cosas, es en este momento cuando debemos fomentar la autonomía e intimidad. Contarles cómo vivimos nosotros mismos ese periodo les puede facilitar la toma de decisiones y entender todo lo que les está pasando.
Por último, y no menos importante, comunicarnos con asertividad y empatía será clave en este periodo, ellos tienen sus necesidades y nosotros las nuestras, trasmitirles exactamente qué lo que esperamos y hacer peticiones considerando en todo momento sus deseos y sentimientos.
Hacer hincapié en la comunicación con ellos mismos, cómo se hablan a sí mismos, que sean tolerantes, que se aprecien, serán fundamentales a lo largo de su vida. El optimismo o pesimismo depende en gran medida de lo que nos decimos ante los errores o fallos, recordad que seguimos siendo sus referentes y ahora más que nunca se fijan en cómo hacemos las cosas más que en lo que les decimos.
Nuestros hijos necesitan saber que los queremos por sobre todas las cosas, sentir ese amor incondicional, que los queremos por lo que son (nuestros hijos) y no por lo que hacen les dará una gran fortaleza interior que redundará en optimismo y resiliencia ante la adversidad y los innumerables problemas con los que se enfrentarán.